Por Esperanza Goiri
En todo encuentro erótico hay un personaje invisible y siempre activo: la imaginación. (Octavio Paz)
Bajo esas siglas se esconde la tensión
sexual no resuelta (TSNR). Ojo, que no estamos hablando de amor sino de sexo.
Dos personas se atraen locamente pero por diferentes motivos, no pueden, o no
quieren, traspasar esa línea en la que no hay vuelta atrás. Ya se sabe que la
tensión hay que liberarla o estalla. Es así; o te dejas llevar con todas las
consecuencias o pones tierra de por medio. Cuando se cruza el límite, pueden
suceder dos cosas: que recuerdes un revolcón sublime el resto de tu vida o que,
a toro pasado, pienses que mejor hubiera sido no haberla resuelto nunca.
Son muchos los partenaires televisivos que han sido “torturados” por los guionistas, viviendo en un sinvivir, valga la paradoja, bajo un claro TSNR. Los protagonistas de Luz de Luna, Reemington Steele, Bones, Castle, Expediente X, por citar algunos, son ejemplos de manual. A mí personalmente, me encanta la encarnada por Tony Soprano y su psiquiatra, la doctora Melfi, que se encuentra descolocada ante ese hombre con el que no debe liarse por tres claros motivos: es su paciente, está casado y es el capo de la mafia de New Jersey (¿alguien da más?).