miércoles, 11 de noviembre de 2015

Isla bonita

Por José María Ruiz del Álamo

Estamos, claro que sí, ante una película bonita, y nuestros ojos vienen a observarla con dulzura. Porque más allá de la belleza de la isla de Menorca, Fernando Colomo viene a otorgarle un brillo de paz y amor, quizá porque paz y amor fue lo que recibió de esta isla bonita.

Y desnuda se presenta la primera escena: un bautizo en el mar de la vida, un amanecer con beso en la playa. Una joven pareja se baña desnuda sonriendo a la felicidad. He aquí el gran reto al que nos predispone Colomo: sonreír a la naturaleza de la vida.

Pero qué es Isla bonita sino un reencuentro de Fernando Colomo consigo mismo, esa circunstancia de retroceder en el tiempo para salir más enriquecido y con un espíritu optimista; de ahí que retome el minimalismo de Tigres de papel (olvidando la montaña rusa de La banda Picasso) y venga a correr en paralelo con La línea del cielo.

El argumento de la película nos sitúa ante Fer (interpretado por el propio Fernando Colomo), un realizador publicitario venido a menos que llega a Menorca con la intención de llevar a cabo un documental, aunque realmente busca pasar unos días relajado en casa de su amigo Miguel Ángel (papel asignado a Miguel Ángel Furones, coguionista y productor ejecutivo). Sin embargo, la llegada de la suegra de Miguel con un tropel de sobrinos hará que Fer traslade su alojamiento a casa de la escultora Nuria (y Nuria Román, escultora menorquina, asume el rol), que vive junto a su hija Olivia (y es la coguionista Olivia Delcán, hija de Nuria Román, quien interpreta al personaje), la cual en ese momento se enfrenta a una crisis sentimental.

Para nada es casual esta coincidencia nominal actor-personaje: Colomo retrata a unos seres que le enamoraron cuando conoció la isla, y por ello rueda directamente con las personas que le han inspirado esta representación ante el espejo de la cámara cinematográfica, si bien con un guión abierto y fuera del dogmatismo de las marcas. Es decir, un guión como mera situación planteada: “No quiero trabajar con los actores por el sistema de memorización, sino por algo más de verdad, dando cabida a momentos de improvisación”, afirma Colomo, y esa búsqueda de “libertad”, que le otorgan tanto los paisajes (cala Mitjana, el puerto de Mahón, Sa Mesquida…) como los actores, la realiza con un mínimo equipo técnico, pero proyectando una multitud de sentimientos, porque estamos ante un ejercicio de amistad. Una película nacida de la necesidad de hacer cine, de la crisis y del corazón.

Un corazón que se abre tridimensionalmente desde la madurez femenina, pues ellas conocen bien su estrella, mientras que los hombres no parecen encontrar el norte que les guíe. Así se dibujan las historias de Silvia y Miguel Ángel, un matrimonio en el que, sobre la gran diferencia de edad, destaca la seguridad de ella frente a los vaivenes de él; de Nuria, con sus firmes pilares asentados sobre la tierra, y Fer, que no sabe dónde instalar la cámara; y de Olivia, que tan bien vive el amor, y Tim, perdido en los celos.

Colomo necesita la palabra “acción” para alcanzar el borde del abismo y mantenerse en equilibrio. Y aquí se deja llevar alegremente: la cámara muestra desenfado, juega con el paisaje y acaricia a los personajes, se desayuna con baños en el mar y dibuja sonrisas. Hay festividad a la hora de encarar el veneno del cine.

La crisis del arte viene a mostrarse en el diálogo entre la escultora y el publicista, que pone sobre la mesa la cuestión del mecenazgo, la venta y el mensaje de la obra. Una escena que cuestiona el “independentismo” del artista. ¿Se puede crear arte publicitario cuando el fin es vender un producto? ¿Se puede crear arte cinematográfico cuando el fin es la venta de entradas? ¿Se puede crear arte escultórico cuando se parte de un concurso? En mayor o menor medida, todo es objeto de venta.

Colomo busca en esta Isla bonita la mayor emancipación posible, narrar la historia en la que cree por medio del séptimo arte y que luego sea lo que haya de ser y diga el mercado cómo se acepta. Es, pues, una obra libre y personal que, una vez concluida, queda, como todo, expuesta a las reglas del juego de esta sociedad capitalista.

Y desde la independencia de esta escritura, sin peaje mercantilista, uno queda más que agradecido ante el visionado de esta propuesta que Colomo nos brinda. Todo un regalo libertario. Un cuadro muy agradable de contemplar.

4 comentarios:

  1. Las 10 mejores peliculas de Fernando Colomo
    http://canonmovies.blogspot.com.es/2015/11/fernando-colomo-top-10-films.html

    ResponderEliminar
  2. La isla bonita es una película que me encanto. La recomiendo

    ResponderEliminar