jueves, 29 de octubre de 2015

El vecino independiente

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Por Marisa Díez

 Mi vecino del tercero derecha dice que quiere abandonar nuestra comunidad. Que lo que le apetece es vivir independiente y no ser rehén de una asociación de vecinos a la que paga más de lo que le corresponde, según su parecer, y con la que no se siente plenamente identificado. Es decir, piensa que ahorrándose el dinero que abona en la actualidad en concepto de recibos varios, podría llevar una vida mejor y, sobre todo, más acorde con sus posibilidades. Mi vecino del tercero lleva años con la misma cantinela, pero nunca le hemos tomado demasiado en serio. La verdad es que ni siquiera nos hemos molestado en escuchar sus razones, que consideramos un pelín ridículas, absurdas, egoístas y fuera de lugar. Si quería vivir solo, que se hubiese comprado un chalet, con su parcelita y todo. Pero claro, económicamente no le fue posible en su día. Y ahora quiere conseguir, de forma un poco chapucera, lo que por los cauces habituales fue incapaz de tener.

En todas las reuniones de vecinos argumenta que no comprende el revuelo organizado con su propuesta. Él simplemente desea separar su vivienda del resto, sin pagar cuotas ni derramas que considera inaceptables. Por lo demás, seguiría físicamente ahí, sin rencores ni mala convivencia, pero por su cuenta. Llevándose bien con todos, a ser posible, pero con una barrera que nos indique que su vivienda es particular e inaccesible. No es ni mejor ni peor que el resto; sólo diferente. Y quiere disfrutar de su propia y personal idiosincrasia.

El resto de vecinos escuchamos atónitos las propuestas del inquilino del tercero derecha. Al principio pensamos que iba en broma y que su idea, descabellada y paranoica, se iría desdibujando con el tiempo y quedaría poco a poco aparcada en el rincón de los sueños imposibles e inalcanzables. Pero de un tiempo a esta parte, en las reuniones y en el día a día de nuestra comunidad, no se habla de otra cosa. Nos empieza a aburrir este monotema, sobre todo porque, rencillas personales aparte, todos los vecinos nos llevamos razonablemente bien. En fin, unos son del Madrid, otros del Barça y alguno del Atleti, ya se sabe, pero salvados los enfrentamientos puramente deportivos, la convivencia funciona con relativa calma.

Mi vecino del tercero, a pesar de ser un hombre inteligente, quizá incluso por encima de la media, está pasando por alto algunos puntos importantes en su ansia de llevar a cabo su incomprensible proyecto. Durante años, dejó la administración de sus bienes en manos de un grupo de gestores que, a sus espaldas y con más o menos descaro, le fueron robando poco a poco y a pequeños mordiscos una parte importante de su patrimonio. Mientras le daban palmaditas en la espalda, se iban enriqueciendo a su costa, de tal forma que estas alimañas ahora están forradas y tienen sus propiedades y dinero en paraísos fiscales que han ocultado durante años. Y él, que al parecer no ha sido consciente hasta ahora del robo del que ha sido objeto, trata de ocultar el error cometido con semejantes personajes y se dedica a mirar hacia otro lado. Le da tanta vergüenza admitir el engaño que prefiere callarlo. Con él no va la cosa; si ha sido ingenuo ya no tiene remedio. Ahora un amigo fiel se ha erigido en su defensor. Otro elemento de pelaje similar a los antiguos gestores, con los que colaboró en los años del expolio y que, para desviar su atención, ayuda ahora a mi vecino a llevar a cabo su extraño proyecto. En ocasiones hemos escuchado atónitos los consejos que le ofrece, comparando su situación actual con la del fin de un matrimonio de años, que ha llegado al divorcio e incluso a la anulación eclesiástica, aun siendo creyente, como es su caso. Lo importante es lo importante y él lo que quiere es vivir solo, sin vecinos. Independiente, vaya. Su interesado amigo, al parecer, ha conseguido comerle la cabeza para que olvide sus cuentas y se centre en lo que considera debe ser su vida futura. El pasado, pasado está, le dice. Y él lo cree a pies juntillas, aunque a veces le entran dudas y, en una escala ligeramente superior al cincuenta por ciento, sopesando los pros y los contras, cree que en realidad sería mejor dejar las cosas como están.

Lo cierto es que a mí esta historia me resulta muy curiosa porque precisamente mi vecino del tercero ha sido siempre el más hormiguita. El que pedía explicaciones detalladas por cada nueva cuota o pago comunitario. El que discutía en voz más alta toda decisión que supusiera abonar una cantidad de dinero, por ridícula que ésta pudiera ser. Que estaba en su derecho, por supuesto, pero entonces no se entiende que haya estado rodeado durante años de un equipo de personas, contratadas por él mismo, que le han dejado importantes agujeros económicos en sus cuentas.

Así que, ya veis la que tenemos liada en mi comunidad. Si os confieso mi opinión, lo cierto es que mi vecino del tercero derecha me tiene absolutamente aburrida y cansada de tener que escucharle con su retahíla cada vez que coincidimos en el ascensor o nos cruzamos por la escalera. A mí no me cae mal, es un tío educado y responsable. Un par de veces estuve en su casa y se comportó como un perfecto anfitrión mostrándome su vivienda, con una decoración realmente espectacular. Por eso no entiendo que, siendo tan acogedor como demuestra, dedique sus fuerzas a un fin tan estrafalario: independizar su habitáculo del resto del edificio. Yo no estoy del todo segura de que esto se pueda llevar a cabo sin que ningún muro de carga se vea afectado. O si, una vez conseguido sin que el edificio se venga abajo, habrá nuevas propuestas de tipo similar y, por ejemplo, uno de los inquilinos del cuarto o del segundo nos vendrá en unos años con la misma cantinela. Y a intentar otra vez salvar los cimientos en un ejercicio equilibrista que burle cualquier ley arquitectónica básica. Pues sí, ya les digo, en ésas andamos. A ver en qué acaba la cosa.



6 comentarios:

  1. Es que hay vecinos que son unos verdaderos palizas. La lata que dan, oye. Yo respeto a todo el mundo, me considero una persona muy tolerante, pero es que ya me tienen pero que muy aburrida, en serio.

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  2. Qué bueno!!! Podrías mandarlo a La Vanguardia o El Periódico de Cataluña??? Para que lo lean por allí, digo...

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  3. No sé, Rodima, igual no me entenderían tampoco ellos.

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  4. Muy bien explicado si señora!!!
    Bravo!!

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  5. Me alegro de que alguien que ha vivido allí entienda lo que quiero decir. Gracias por tus comentarios, Toñi.

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