miércoles, 15 de julio de 2015

Aires nuevos


Por J. Teresa Padilla

Lo sé, esto no es serio. Antes de hacer uso impunemente de la inteligencia y del trabajo de otros (Quino, en este caso), hubiera sido más honrado no subir nada hoy. En honor a la verdad, que ya sé que no importa a nadie o casi nadie o, en cualquier caso, a nadie que importe salvo a otros nadies, como él o yo, tenía una entrada original para hoy. Con original me refiero a escrita por mí, no plagiada, como esta viñeta de Mafalda, a Quino. El problema es que, una vez escrita, me ha parecido muy poco original en cualquier otro sentido. Podría echarle la culpa al calor (ni mi valeroso e indestructible ventilador, ni mi fiel y voluntariosa cerveza, consiguen reducir significativamente mi temperatura corporal). Podría echársele a mi experiencia vespertina de ayer: acudí a ver una película que aparentemente todo el mundo considera poco menos que una obra maestra (nuestra floreciente cultura está llena de ellas) y a duras penas conseguí quedarme hasta el final (y eso que el aire acondicionado era un argumento poderoso para hacer de la huida el último recurso). Podría, incluso, echarme la culpa a mí misma y asumir que no tengo nada interesante que decir y que estoy mejor callada; cerrar por vacaciones o poner punto final, que a saber el sentido de todo esto. Seguro que todo influye, pero para mí que, en realidad, la culpa era del tema elegido: un tema de actualidad (maldita la manía de leer los periódicos antes de ponerme a escribir). Ya me contaréis lo que la actualidad puede inspirar: algo tan tedioso y necio como ella.

En realidad no buscaba esta viñeta, sino aquélla en la que Mafalda pedía bajarse del mundo, porque hay días, como el de hoy, en que una se siente una extraterrestre y no se encuentra con fuerzas para resistir con una mínima dignidad el aislamiento al que esta experiencia condena. La encontré, pero no me pude resistir a la tentación de leer otras (necesitaba algo de ese consuelo que suelo encontrar escribiendo, aunque por supuesto no hoy). Una cree que busca una cosa y encuentra otra, y cuando la encuentra descubre que eso era lo que realmente buscaba. Al fin y al cabo lo que andaba rumiando mientras escribía, lo que intenta decir, lo resume y dice mucho mejor esta viñeta. Vale, es un plagio, pero también un homenaje: no lo puedo decir mejor y con tanta economía de medios. Y, además, considero a Mafalda una excelente referencia intelectual. Mucho más autorizada, desde luego, que aquéllas de las que hablaba mi frustrado y frustrante artículo.

Porque, sí, no es sólo aburrimiento lo que me produce lo que oigo en las noticias y leo en el periódico, es que todo me huele a naftalina.Y apesta.

¡Quién me mandará sacar la cabeza de los libros!

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