viernes, 19 de junio de 2015

Obras incompletas

Obras incompletas. Gloria Fuertes.

Cátedra: Madrid, 1994. 364 pp. 11,50 euros.


“Fabuloso desastre me adjetivo;
me conozco me topo me desvelo.
Yo ya no tengo pelos en la lengua
Ni gatos en la tripa ni remedio”. De Sola en la sala (1973).


Por J. Teresa Padilla

"Nací para puta o payaso". Y yo, Gloria, y yo. Ésta es una de las verdades más grandes que he leído últimamente.

No es por contextualizar, ese verbo tan de moda (y tan feo), porque, además, cuando uno habla en primera persona es, entonces sí, libre de decir cualquier cosa que le venga a la cabeza (ya se pedirá a sí mismo, si procede, cuentas); no es por contextualizar, decía, sino simplemente por darme el gusto de reproducir el poema entero:
"Nací para poeta o para muerto,
escogí lo difícil
-supervivo de todos los naufragios-,
y sigo con mis versos,
vivita y coleando.

Nací para puta o payaso,
escogí lo difícil
-hacer reír a los clientes desahuciados-,
y sigo con mis trucos,
sacando una paloma del refajo.

Nací para nada o soldado,
y escogí lo difícil
-no ser apenas nada en el tablado-,
y sigo entre fusiles y pistolas
Sin mancharme las manos". De Ni tiro, ni veneno, ni navaja (1965).
Gloria Fuertes es la autora de mi infancia. En alguna ocasión ya he mencionado que no fui una niña lectora, y es cierto. No leía nada, salvo los libros de poemas para niños de Gloria Fuertes. Se te quedaban grabados. A mi padre le hacía gracia, y algún casete debe andar todavía por la que fue mi casa con mi voz de siete u ocho años “recitando” El burro en la escuela. ¿No lo conocéis? Va, pues os lo copio, que es viernes, un buen día para darse gustos, uno detrás de otro:
"Una y una, dos.
Dos y una, seis.
El pobre burrito
contaba al revés.

¡No se lo sabe!
-Sí me lo sé.
-¡Usted nunca estudia!
Dígame, ¿por qué?

-Cuando voy a casa
no puedo estudiar;
mi amo es muy pobre,
hay que trabajar.

Trabajo en la noria
todo el santo día.
¡No me llame burro,
profesora mía!". De El hada acaramelada (1973).
Quizás no resulte superfluo añadir que, en la ilustración de mi edición, la profesora era una hipopótama. No sé, lo mismo explica mi predilección por el poema en cuestión.

Gloria Fuertes (y Féliz Rodríguez de la Fuente, debería añadir) me hicieron mejor persona. No me imagino a ningún niño que haya leído a una y visto al otro y que termine mofándose de los menos afortunados que él o maltratando por placer a ningún ser viviente (humano o no).

Crecí con sus poemas y sólo mucho, muchísimo más tarde, descubrí éstos, los que escribió para adultos. Ella era a mis ojos de niña lectora otra niña. Una niña grande, gordita y algo fea que hablaba casi como escribía (o al revés): en verso. Una payasa, sí; lo de puta no le pegaba nada. Y hay una época vital en que resulta difícil, muy difícil, tomarse en serio a quien ni siquiera parece tomarse en serio a sí mismo. Tuve casi que llegar a la que espero sea, más o menos, la mitad de mi vida para empezar a aprender a reírme de mí misma y comprender que si alguien merece que se le tome en serio es, precisamente, quien se toma a sí mismo a broma. Los que no se ríen de sí mismos tienden a reírse de los demás. Por el contrario, ellos, los payasos, son los que te toman lo suficientemente en serio como para abrirte la puerta de su corazón y regalarte su sonrisa.

En fin, resumiendo: fui una niña que disfrutaba de los poemas de Gloria Fuertes, luego me convertí en un coñazo más o menos resultón que fingía para sí misma disfrutar de otras cosas muy distintas que a saber si lo merecían, y al final emprendí el camino de regreso hacia la niña que fui sin renunciar a los tesoros que encontré mientras andaba algo perdida. Y en ese camino me reencontré con Gloria y vuelvo a disfrutar sus poemas. Y diría más: me enorgullezco de hacerlo.

Es poesía para adultos, sí, porque habla de desamor, de decepción, de soledad, de muerte, de la bebida como refugio… De cosas de las que no se habla a los niños. O de las que se les habla (en el fondo puede que ya nos hubiera hablado de muchas de ellas), pero sin nombrarlas directamente. Va dirigida a los adultos, pero sigue siendo la misma poesía fresca, de escalera o patio de vecindad, de taberna, de mercado, de calle. La coplilla o el descarado pareado que le puede salir en cualquier momento a un ingenioso borrachín de barrio. Es espontánea, sencilla, triste y alegre a la vez. Absurda, como esa confesión que hace a Molina Foix de que fue al metro decidida a suicidarse, pero ligó y, en lugar de tirarse al tren, se tiró a la taquillera. Es una poesía verdadera. No sé si es buena o mala. Ni me importa. Ni le importó a ella (mucho pareado hay aquí, a saber por qué). En el prólogo a esta edición de su obra incompleta (como debe ser) resume certeramente su estilo: “En fin, con perdón, escribo como me da la gana”.

Es poesía para “adultos”, es cierto, pero sólo (y de ahí las comillas) para adultos que no se avergüencen de sí mismos: del niño que fueron, que en el fondo siguen siendo y que, si tienen suerte y llegan a muy viejos, volverán quizás a ser.

Ahí os dejo unos cuantos. Porque hoy esta entrada va de darse gustos. El gusto era mío, pero, quizás, por qué no, también pueda ser vuestro (ay, ¿otro pareado?):

"TODO ASUSTA
Asusta que la flor se pase pronto.
Asusta querer mucho y que te quieran.
Asusta ver a un niño cara de hombre,
asusta que la noche…
Que se tiemble por nada,
que se ría por nada asusta mucho.
Asusta que la paz por los jardines
asome sus orejas de colores,
asusta porque es mayo y es buen tiempo,
asusta por si pasa sobre todo,
asusta lo completo, lo posible,
la demasiada luz, la cobardía,
la gente que se casa, la tormenta,
los aires que se forman y la lluvia.
Los ruidos que en la noche nadie hace
-la silla vacía siempre cruje-,
asusta la maldad y la alegría,
el dolor, la serpiente, el mar, el libro,
asusta ser feliz, asusta el fuego,
sobrecoge la paz, se teme algo,
asusta todo trigo, todo pobre,
lo mejor, no sentarse en una silla". De Todo asusta (1958)

"AÑO NUEVO
A primeros de enero de un año cualquiera,
con amores y nombres ya seleccionados,
con los huesos maduros a mitad de mi vida
me PROMETO solemne no sufrir demasiado.

Si me pegan, que peguen,
se me aciertan, me han dado,
y si pierdo en la rifa,
será porque he jugado.

Me fastidian las penas,
me da alergia el enfado,
con el ceño fruncido
parezco un feto raro.
Año nuevo vida nueva
(¡qué tópico más sano!)
Nueva luz ilumina
mi ascensor apagado
de subir a deshora
de estar comunicando,
de hacer la angustia en verso,
de hacer el tonto en vano,
de sembrar mis insomnios
de tachuelas y clavos.

A mitad de mi vida
de par en par sonrisa y puerta abro,
-que no quiero acabar por los pasillos
con el corazón apolillado-.

PROMETO no volver
a ahogaros en mi llanto,
no volver a sufrir,
sin un motivo
muy justificado". De Ni tiro, ni veneno, ni navaja (1965).

"DESAJUSTE EN EL DESGASTE
La vista es lo primero que se pierde,
por eso hay tanta gafa,
después te quedas sordo del pie izquierdo
y te nace la calva de la cana,
se te mueven las carnes si eres gordo,
si eres flaco te suenan las bisagras,
se te vuelan los capicúas,
se te pierden las ganas…
Se te mueven los dientes en la boca.

Cuando sabes amar esto te pasa". De Cómo atar los bigotes del tigre (1969)

"CARTA EXPLICATORIA DE GLORIA

Queridos lectores:

Os pido excusas y excusados
y os insinúo que me perdonéis
por esta entregas diurnas
que vengo entregandoos últimamente.

Más siento yo que vosotros
que mis versos hayan salido a su puta madre.

Más siento yo que vosotros
lo que me han dolido al salir,
quiero decir, la causa por la que
me nacieron tan alicaídos y lechosos.

No soy pesimista,
soy un manojo de venas desplegadas
que apenas puede aguantar el temporal.

Me pagan y escribo,
me pegan y escribo,
me dejan de mirar y escribo,
veo a la persona que más quiero con otra y escribo,
sola en la sala, llevo siglos, y escribo,
hago reír y escribo.
De pronto me quiere alguien y escribo.
Me viene la indiferencia y escribo.
Lo mismo me da todo y escribo.
No me escriben y escribo.
Parece que me voy a morir y escribo". De Sola en la sala (1973).

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