miércoles, 1 de abril de 2015

La palabra rebelde de Julio Diamante

Por José María Ruiz del Álamo

Mal se cuenta la historia si la mirada no deviene en eje crítico. No cabe ser complaciente, y la historia del cine español formula desasosiegos difíciles de explicar. Por ello no se comprende cómo ha malgastado el talento de cineastas que deberían haber corrido mejor suerte; no se comprende cómo Julio Diamante ha estado treinta y siete años sin hacer cine. Sin hacer cine, mas no por ello Julio Diamante ha dejado de amar al cine.

Y el ciclo que la Academia de Cine ha dedicado durante el mes de marzo a su figura bien nos lo demuestra, ya desde los cortometrajes que filmó como prácticas en el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas, tres cortometrajes llenos de sapiencia visual. Así Antes del desayuno y El proceso son dos muestras de cine mudo que adaptan un monólogo de Eugene O´Neill y la obra de Franz Kafka, respectivamente. Y con su irrupción en el largometraje en los años sesenta (dentro del denominado Nuevo Cine Español), donde destaca Tiempo de amor (1964), cuyo tema propone el amor como esencia de la vida. Sí, donde no hay libertad el amor resulta difícil, más cuando el escenario resulta opresivo (ese sinsentido de la “moralidad” franquista) y se pone el foco en la mirada femenina. Una película sobresaliente.

Fotograma de La Carmen

En 1975 rueda La Carmen, su séptimo largometraje: una irrupción en el mundo flamenco y en la obra de Merimée, una disección de la españolada desde el cante jondo. Una película donde concitan dos formas de sentir el amor. Así, el amor de Carmen es como el viento, mientras que el de José es como la piedra, el movimiento frente al estatismo.

Diamante vivirá apegado al cine ya fuera como director de la Semana Internacional de Cine de Autor de Benalmádena durante un período de diecisiete años, ya con su labor literaria, véase el estupendo libro De la idea al film, un repaso a la historia del cine, al lenguaje cinematográfico y a la puesta en escena, en el que ejemplifica casos a través de su obra.

Así se manifiesta Julio Diamante: “El cine desde sus inicios se dividió entre el documento (Lumiére) y el espectáculo (Mèliés), si bien, en el fondo todo film es documento, y todo documento auténticamente cinematográfico es espectáculo”. Y con el documental La memoria rebelde vuelve a las pantallas en 2012. Sí, tras treinta y siete años en los que el arte cinematográfico de Diamante no había visto la luz. Este retorno conlleva un espíritu independiente y una reflexión sobre la historia de España; una memoria, una mirada y una palabra desde la perspectiva del hecho republicano; una rebeldía, porque “es necesario revivir la memoria, ya que durante cuarenta años la historia de España fue escrita casi exclusivamente por los golpistas vencedores, que se encargaron de disfrazar y tergiversar los hechos. Incluso después de la muerte de Franco, plumas y voces simpatizantes han continuado alimentando una visión deformada y deformante de la II República, de la Guerra Civil y de la era franquista. Una visión que es preciso erradicar, ya que envenena el presente y dificulta que la sociedad española pueda alcanzar una auténtica democracia”.



Julio Diamante asistió a las cinco sesiones, llevando a cabo la presentación de las películas y un coloquio (el 26 de marzo) donde analizó La memoria rebelde como “una reflexión coral a través de un amplio número de intervinientes, de ahí que sea una reflexión seria y rigurosa, pues no es una suma de intervenciones, sino que está concebida de una manera dialéctica, cada uno expresa su opinión. Hay opiniones que no suman, sino que entran en contradicción unas con otras, y ello me parece que es lo que da riqueza a la película”.

Julio Diamante queda comprometido con el cine, el cine como espacio de divulgación y ente de reflexión. La memoria rebelde es políticamente incorrecta, ya que viene a poner en solfa la historia de España del siglo pasado. Una historia que hoy nos venden acaramelada como en los libros de enseñanza que afirman que Antonio Machado marchó al extranjero y allí murió, una historia que esconde/elimina el término “exilio”. Y por esta tergiversación no transita Julio Diamante.

“Hay testimonios que me impactaron -manifiesta Julio-, aunque yo no buscaba ese impacto, y concretamente el testimonio de Rafael Azcona, excelente amigo y genial guionista y escritor, que nunca había expresado opiniones políticas y cuya personalidad a mí me parecía muy interesante; así, su intervención es de una espontaneidad y frescura maravillosa, y concretamente hay un momento en que estamos hablando de la posguerra y Rafael viene a decir `por no haber conocido aquella posguerra siniestra y canallesca hubiera preferido, con gusto, renunciar a escribir, el trabajo que he hecho durante toda mi vida´. Esto puesto en boca de Rafael Azcona es verdaderamente impresionante”.

El viaje que hemos llevado a cabo por el cine de Julio Diamante, por la persona de Julio Diamante, nos demuestra que “la industria” del cine español deja escapar el talento, más cuando este talento se define en libertad. Ciertamente es escasa su filmografía, ciertamente así se escribe la historia del cine español.

Gracias, Julio Diamante, por el cine que nos has regalado.

1 comentario:

  1. Lástima que un vulgar trancazo me impidiera ir a la Academia y conocer el cine de Julio Diamante.Espero que ahora que se ha recuperado su obra se prodigue en otras salas. Necesitamos de ese cine de batalla, de resistencia.
    Sí, es muy de este país dejar escapar el talento, sobre todo si quien lo ejerce es de convicciones fuertes, en una época en la que se lleva lo 'light' , lo desnatado, el aguachirle, todo lo que no irrite al poder.

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