viernes, 27 de febrero de 2015

Otros cines, otras películas



Por José María Ruiz del Álamo

Madrid invita a caminar, rompe en arcoíris a la vista, subyuga al paladar con suave tacto, al cual uno no debe hacerse el sordo. Si bien (o mal) hay una algarabía desbordante que busca hipnotizarnos para hacernos caer en el remolino, de ahí que uno no se demude por subirse a ese carro.

El hipnotismo cinematográfico este mes de febrero ha venido dado y marcado por la otorgación de premios (de Goya a Óscar). Es un mes en que sube la recaudación y en que las películas (tanto las nominadas como las premiadas) alargan su vida en la cartelera. Dichosas aquellas películas cuya vida llega al mes. Muchas, pero muchas películas, apenas llegan a las dos semanas y tras esas dos semanas desaparecen totalmente de los cines. El hoy del cine solo es cine de estreno, y este cine viene devenido por la recaudación (el vil metal). Estamos ante el cine materialista; un cine que podría denominarse de comida rápida.

Mis pasos por Madrid no se pierden en estas avenidas, prefieren las bocacalles. Pasos que buscan alejarse de focos para encontrar una mayor libertad en la mirada. Parajes donde no resuenan las alharacas, cuya tonada desprende dulzor para el paladar del cinéfilo. En Madrid viven otros cines, otras pantallas que nos enseñan (muestran) la cultura del cine, el ejercicio de ver cine como arte.

Hoy, hoy día que se publica esta entrada en el blog, es el último viernes del mes, el último viernes de febrero. Ya el domingo es marzo. Y con marzo nuevas perspectivas cinéfilas deparan esos otros cines a los que me asomo. A ellos me asomo con ilusión, con placer. Ya llevo unos días buscando en Internet su programación (no, todavía no lo han subido); busco ese adelantarme a la programación (anda, ya han subido la programación de éste, mas no de aquél). Ya estoy deseando tener la programación en papel…

Sí, otros cines hay en Madrid. Como pilar básico de ellos se encuentra Filmoteca Española, con su encantador cine Doré. Cuatro películas diarias asoman a sus pantallas, en las que no se mira la fecha cronológica (cine mudo sueco se verá), se recuerda (homenajea) a figuras cinematográficas recientemente fallecidas (véase a Bernadette Lafont o a Alain Resnais, figuras claves del cine francés), se efectúa una retrospectiva (al director italiano Elio Petri) o se repasa la cinematografía de un país (Japón este mes). Así se presenta el mes de marzo en Filmoteca Española.

Siguiendo los pasos de Filmoteca Española hallamos el Cinestudio del Círculo de Bellas Artes. Tres proyecciones diarias alberga su sala. Hubo un tiempo en que se oyó que el Círculo de Bellas Artes iba a echar el cierre a su cine, cosas del presupuesto. No llegó a tal punto la cosa, si bien (si mal) hoy vemos que tres días de la semana permanece cerrado. Los recortes, nuevamente el vil metal, han llevado a esta situación. Podríamos decir que nos encontramos ante la segunda filmoteca que se ubica en Madrid. Y este mes de marzo, nuevos ciclos asoman. Ya está ahí la programación en Internet, ahora he de caminar a Banco de España: quiero palpar su programa.

Y ese programa del Círculo vendrá a fundirse con el programa de Filmoteca Española. Tengo que trazar el “planing” de visionados, más cuando este mes de marzo llega a las pantallas del primero la obra de Francesco Rosi. Hay un buen diálogo entre la Filmoteca y el Círculo: Elio Petri y Francesco Rosi, cineastas de mirada política, cineastas de tendencia comunista. El diálogo está servido, solo cabe citar títulos de su filmografía: ahí están La clase obrera va al paraíso, de Petri, y Las manos sobre la ciudad, de Rosi. El cine es arte y el arte es cine nos viene a decir el ciclo Los límites del arte: cuatro películas de exposición. Y, en último término (en esta primera mirada de bienvenida), oteo la obra de Yorgos Lanthimos, la mirada de la crisis griega. Su polémica obra abre ventanas al mundo, cine comercial con mirada pornográfica, pues Canino es toda una bofetada al mundo civilizado.

Los pasos también se dirigen hacia la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas, pues en su labor de difusión del cine español viene a iluminar al espectador, a acercarle la buena cultura cinematográfica española. Así, el espectador español viene a trabar amistad con el cine español, un diálogo de simbiosis. Bien cabe ver este mes el ciclo dedicado a Julio Diamante: una oportunidad para dialogar con su cine, una oportunidad para dialogar con Julio Diamante en persona. Así, el espectador extranjero tiene una oportunidad de conocer en mayor media la cultura cinematográfica española. Un cine de puertas abiertas.

Y esta labor que hace la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas Española bien tiene reflejo en distintos institutos, ya sea el Instituto Francés o el Instituto Alemán, instituciones que vienen a dar a conocer su cultura a través del cine como elemento de reunión y difusión. Añádase la Casa de América o la Casa Árabe. Ver cine de muchas de estas latitudes bien difícil es en la cartelera comercial.

De vez en cuando, solo de vez en cuando, mis pasos vienen a alcanzar el territorio de los colegios mayores, en los que el movimiento cultural estudiantil pone su mirada en el hecho cinematográfico. Obras para un cine-fórum, obras para el debate.

La agenda cinéfila se va concretando. La historia del cine se nos abre. El romanticismo de acudir a sacar una entrada fluye. El deseo por ver (visionar) una película hace que burbujee el corazón. Quizá está brotando el amor, el amor del espectador por el cine. Y estos parajes por los que transitar conllevan un precio reducido, cuando no gratis, nada baladí en estos tiempos de resistencia.

Bien ha quedado apuntado que el cine es arte, por supuesto que sí. Bien lo atestiguan los museos, lo mismo el Reina Sofía, lo mismo el Thyssen o el Caixa Fórum, quienes, con frecuencia, programan ciclos cinematográficos, por sí mismos o como acompañamiento, complemento, refuerzo a las exposiciones que muestran.

Un último lugar al que abocarse, en Madrid, sería la Sala Berlanga, un cine propiedad de la SGAE (Sociedad General de Autores Españoles). Este mes de marzo abre con el ciclo Maestros ocultos, toda una semana para enfocar el cine como arte, como impronta de “pensamiento mágico y filosofía alternativa”. El cine abre comunicación entre Buñuel y Guerín: la osada religión de Simón del desierto resuena junto a la creación del argumento por el espectador en Tren de sombras. Los dioses hacen magia, más cuando la percepción nos la brinda Jodorowsky con La danza de la realidad junto al muy sui géneris Fernando Arrabal y su cinegrafía en Arrabal, cineasta pánico.

“Caminar sin descansar, toda senda es un edén. Para ti sale y brilla el sol”, la brisa abre ventanas y depara aromas que relajan las pupilas del cinéfilo (abanico de colores). Madrid acoge otros cines, cines que discurren tangencialmente. No es mercado, son propuestas culturales. Es una forma diferente de ver cine, de sentir el cine. Yo, naturalmente, quiero caminar. Me gusta caminar.

2 comentarios:

  1. Gracias por adelantarnos el panorama cinematográfico que nos depara el mes de marzo. Todo muy apetitoso y bien servido, lingüisticamente hablando.
    En su día no vi "Canino", esta vez no me la pierdo.

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  2. Naturalmente que hay que caminar por estos madriles, no es bueno anquilosarse en los comercialismos. El cine es todo un universo y no podemos estacionarnos solo en el cine de estreno. La base de la conciencia cinematográfica se encuentra en estos arrabales. Bueno es pasear.

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